Ella le pidió que la llevara al fin de mundo, él puso a su nombre todas las olas del mar. Se miraron un segundo como dos desconocidos. Todas las ciudades eran pocas a sus ojos. Ella quiso barcos y él no supo qué pescar. Y al final números rojos en la cueva del olvido... Mucho, mucho ruido, tanto, tanto ruido, tanto ruido y al final, por fin el fin. Tanto ruido y al final...
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