
viernes, 26 de junio de 2009
martes, 23 de junio de 2009

Mira, la gente como vos, como yo, los talentosos, los que la tenemos bien puesta, somos muy envidiados, pero no le des bola. Si, bueno, pasa que me lastiman igual. Y bueno, dale pelea. Dale, a mi me sacaron tantas cosas y sin embargo seguí adelante. Las cosas que de verdad valen la pena son así, se graban a fuego. Y las heridas duelen, pero más duele lo que esta bajo la piel. Un moretón duele, pero se va. El dolor del alma nunca se va, y ese dolor esta ahí, bajo la piel. Así que vos ya sabes, dale pelea.
Hubo una vez una joven muy bella que no tenía padres, la criaba su madrastra, que tenia dos hijas. La hijastra era quien hacia los trabajos más duros de la casa y como sus vestidos estaban siempre manchados de cenizas, la llamaban Cenicienta. Y mientras Cenicienta fregaba y fregaba, su cruel madrastra y sus malvadas hermanastras, iban a la fiesta del príncipe. Cenicienta lloro y lloro, sabiendo que su sueño de ser una princesa, nunca se concretaría; lo que no sabía, era que se equivocaba. Y así fue que con la ayuda de su hada madrina, Cenicienta partió feliz hacia la fiesta. En el palacio las doncellas se peleaban por bailar con el príncipe, hasta que de pronto, el príncipe y todos los invitados quedaron maravillados por la belleza de Cenicienta. Así fue como Cenicienta, a pesar de sufrir tantas humillaciones, de no entender porque sus hermanastras se habían ensañado así con ella y a pesar de sentirse muchas veces sola, Cenicienta siempre podía contar con la ayuda de su hada madrina, porque las hadas madrinas siempre ayudan a la gente de buen corazón, y Cenicienta lo era. Por eso pudo perdonar a sus hermanastras, y en lugar de odiarlas, les enseño el camino a la felicidad. Un camino al que únicamente se llega si nunca pero nunca abandonamos nuestros sueños

Te diría tantas cosas que no puedo decir con palabras, cada vez que no puedo decir lo que siento me quedo muda, tal vez es lo mejor, a veces es más claro un gesto que una palabra. A veces los gestos son más tercos que las palabras, uno puede cerrar la boca, pero enmudecer el cuerpo es casi imposible, salvo pequeñas excepciones, claro. Salvo que te paralicen el cuerpo con un gesto tan implacable que te dejen durísimo. Tan duro como yo ahora, que te besaría y solo así podría decirte lo que siento por vos. Y a veces los gestos son tan claros que nos dejan mudos, casi con la boca abierta.

Alejando D, filósofo del siglo pasado, afirmo que todo lo que hacemos en la vida, lo hacemos para seducir. Seducir a alguien, es lograr que desee lo que uno quiere que desee. Seducir es incentivar, estimular, provocar el deseo en el otro. Muchos esperan en silencio detectar una señal en el ser amado, esperan ser deseados. A otros, lo que los seduce, es sentirse deseados. A otros, nos seduce lo opuesto, sentirse no deseados. A otros, los seduce lo prohibido, lo imposible, lo que no pueden tener. ¿Existe una sola manera de seducir? ¿Es posible seducir a alguien que no nos desea? ¿Alcanza con la seducción para el amor?. si se desea lo que no se tiene, cuando se tiene, ¿se sigue deseando? ¿Tendrán algún efecto las “técnicas de seducción”?... “Todo un tema el de la seducción… ¿nunca te paso que no sabes como hacer para que la otra persona se de cuenta de lo que te pasa sin hechar a perder esa relación?”… Para seducir hay que tener la paciencia del pescador; saber esperar el momento exacto. Yo creo, que tal ves la mejor técnica sea no tener técnicas… pero guiándonos a través de la intuición seguramente sea mas fácil que a través de la razón. Tanto especular, le juega en contra a la seducción. La intuición, en cambio, nos abre nuevas puertas, nos da nuevas llaves. Uno pretende que sueñen con nosotros, queremos ser el único en la vida del otro, pero solo se puede aspirar a ser el elegido. Seducir tiene sus vueltas; a veces, el amor muere cuando damos nuestro amor por sentado, y renace cuando sienten que pueden perderlo. Nos preocupa mucho que no halla terceros dando vueltas, pero a veces, esos terceros, ayudan a la seducción, la encienden. El mayor riesgo de un seductor, es caer seducido; ahí se vuelve torpe, predecible. El riesgo de un seducido, es su inseguridad, que puede llevarlo a cometer ciertas torpezas… Uno no sabe por que ama, ni por que es amado. Seducir tal ves sea simplemete ayudar un poquito a esa magia que ocurre, sin que sepamos bien como ocurre, ni porque.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)